Pepa tiene cuatro años. Desde que nació ha vivido en cautiverio junto a su madre, en una prisión que apenas supera los 200 metros cuadr...
Se trata de un sistema judicial permisivo. Así lo define Claudia Mancilla Ballesteros, fiscal jefe del Ministerio Público en Cochabamba, quien considera que la mayoría de mujeres encarceladas intentan mantener un entorno familiar pese a encontrarse dentro de un centro penitenciario. “El trato en sí que hay en los penales de Bolivia son leves, porque pueden tener a sus familiares. De hecho, las mujeres pueden traer a vivir a sus celdas a sus esposos, y los esposos a sus mujeres. Yo conozco casi toda Sudamérica y te puedo asegurar que no existe tanta permisividad como aquí, donde, prácticamente, puedes criar a tu hijo en el penal. Es duro, es difícil, a veces es reprochable también porque vemos a mujeres que, teniendo situaciones difíciles afuera, se sacan uno o dos hijos más dentro del penal”.
El Ministerio de Justicia aún no cuenta con un programa de protección a estos niños encarcelados. Las madres deben trabajar en la lavandería o la cocina de los penales para ganar dinero y costear los gastos extras que implica vivir con sus hijos. El Gobierno sólo garantiza el pago de aproxímadamente 20 dólares al mes a cada preso, en concepto de alimentación, cuidado personal y medicina.
Cárcel de mujeres de Obrajes, un centro penitenciario ubicado en un barrio residencial de la zona sur de La Paz, Bolivia, a unos 3.500 metros de altura sobre el nivel del mar. / SANTI PALACIOS
Rosa permaneció cinco años en la cárcel San Sebastián de Cochabamba, región central de Bolivia. Durante su cautiverio se vio obligada a vivir con su hija porque la familia no podía asumir su cuidado, y ella rechazó la propuesta de la jueza para que su niña quedara en un centro de internado público. "Cuando me encarcelaron no tuve otra opción que traerme a mi guagüita (hija) conmigo. Al principio fue difícil porque, aunque era muy pequeña, me preguntaba cuándo volvíamos a casa, lloraba mucho, siempre tenía miedo, hubo días en que ni hablaba. A mi me tocó trabajar muchas horas en la lavandería para poder pagar una celda en la que dormir con ella. Ya ha perdido un año de estudio, no he podido enviarla a la escuela.
Situaciones como estas se complican más cuando una mujer debe esperar hasta cinco años para tener acceso a un juicio, pese a que la ley establece períodos de 12 meses como máximo. Durante esta etapa, la acusada debe permanecer en prisión en compañía de sus hijos, aunque legalmente no haya sido aún declarada culpable.
El nexo que existe entre la madre y el hijo no debe romperse pese a las circunstancias que les rodeen
Verónica Bustillos, psicóloga
La abogada Julieta Montaño, directora de la Oficina Jurídica de la Mujer explica que sólo el 12% de las mujeres en las cárceles bolivianas tienen sentencia. “El resto pueden estar ahí hasta tres o cinco años junto a sus hijos. Eso es un escándalo, una aberración que hemos denunciado ante la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, le hemos llevado el informe lo que dice el Gobierno ante ella es que están haciendo todos los esfuerzos por mejorar las condiciones carcelarias, que van a construir nuevos centros. Pero de lo que se trata no es de construir, se trata simplemente de agilizar los procesos y de aplicar la ley".
En estos largos períodos, las mujeres son abandonadas por sus parejas o por el resto de familia. Una realidad que aminora las pocas posibilidades a los niños de hacer vida más allá de los barrotes.
Fuente: El Pais
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